“María Fernanda Cardoso al Natural”. Revista Cromos.

La bogotana, creadora del Circo de pulgas, participa en la muestra “Dead or Alive” del Museo de Arte y Diseño de Nueva York, en la que expone sus obras junto a artistas de la talla del británico Damien Hirst.
Maria Fernanda Cardoso, Al Natural

Los animales, en especial los insectos, son su obsesión. Tanto que gracias a las pulgas se convirtió en una de las artistas colombianas más prestigiosas en el exterior. Fue en San Francisco, en el Museo Exploratorium de Arte y Ciencia, donde presentó por primera vez el Circo de las pulgas. Ocurrió en 1996 y no resultó nada fácil: Cardoso tardó cerca de cinco años en adiestrar estos diminutos insectos antes de lograr, entre otras proezas, que caminaran por una cuerda floja y arrastraran un minúsculo objeto de metal. Un espectáculo insólito que la llenó de fama.

“En realidad no sé por qué me gustan tanto los insectos –dice desde Australia, donde está radicada hace más de una década con su esposo y dos hijos–. Son pequeños y el mundo de lo pequeño es extraordinariamente complejo; me gustan mucho sus transformaciones, es como si tuvieran varias vidas. Una bella metáfora”.

Pero además de las pulgas, Cardoso ha trabajado con estrellas y caballitos de mar, moscas muertas, lagartijas, ranas disecadas, mariposas de colores y pirañas del Amazonas. Su reciente trabajo sigue la misma línea: desde el pasado 27 de abril y hasta finales de octubre, Cardoso participa en la muestra “Dead or Alive”, del Museo de Arte y Diseño de Nueva York. Allí, junto a prestigiosos artistas como el británico Damien Hirst y el australiano Nick Cave, María Fernanda exhibe una capa, unas medias y un sombrero hechos con plumas de emú, un ave originaria de Australia que se parece al avestruz.

“Es curioso, pero en Australia no usan las plumas de este animal para hacer capas, así que las mías son las primeras. Mi idea era camuflarme en el paisaje australiano emulando lo que hace este pájaro, que se esconde con los colores y texturas del paisaje nativo. Claro que cuando te pones algo tan extravagante sucede lo contrario: ¡En vez de pasar desapercibido sólo logras llamar la atención!”, dice la artista.

“Dead or Alive” presenta el trabajo de treinta artistas que “transformaron material orgánico y partes de animales –como plumas, huesos y pelos– en distintas esculturas”, según explica la página web del museo. “Para mí es un descreste total estar en la misma exposición con algunos de los artistas más reconocidos de nuestro tiempo –afirma Cardoso–. Además, estoy muy orgullosa de exponer en uno de los mejores museos del mundo”.

Más de veinte años de carrera artística le permiten a María Fernanda consolidarse como una de las figuras más representativas del arte nacional. Graduada de Artes plásticas en la Universidad de Yale, en New Haven, complementó sus estudios en Nueva York y en la Universidad de los Andes, en Bogotá. Sus obras han sido expuestas en prestigiosos museos, entre los que se encuentran el de Arte Moderno de San Francisco; el de Arte Contemporáneo de Sídney, en Australia, y el Museo de San Diego, en California.

Pero eso no es todo: en el año 2000 instaló cerca de 36.000 lirios de plástico en una pared del Museo de Arte Moderno de Nueva York; en 2003 representó a Colombia en la Bienal de Venecia, y varios de sus trabajos han sido exhibidos en ciudades como Londres, Madrid, París y Barcelona. “En la actualidad estoy haciendo un posdoctorado en arte y ciencia en la Universidad de Sídney, pues ahora las universidades reconocen la contribución de la investigación artística en la creación de nuevos conocimientos”, cuenta.

Su acercamiento a la ciencia no es casual. A diferencia de su hermana Patricia (cineasta que ganó un premio Óscar con su primera película), María Fernanda mostró interés por el ámbito científico desde que era niña, influenciada por su abuelo, médico oftalmólogo que practicó las primeras operaciones de ojos en el país. Pero al final el arte le ganó la batalla: “Como artista puedo hacer ciencia y arte, pero como científica sólo podría hacer ciencia. Ser artista me da la oportunidad de realizar cualquier investigación y hacerlo de manera rigurosa pero creativa al mismo tiempo”.

Mientras la muestra con sus obras a base de plumas de emú se expone en Nueva York, María Fernanda continúa trabajando en nuevos proyectos. “Lo que más me gusta del arte es la libertad de hacer lo que uno quiera –concluye–. En la mayoría de las profesiones siempre hay alguien diciéndote qué hacer, pero como artista nadie te dice nada; al contrario: debes ser original y eso es muy difícil”.

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